lunes

Callejero.

Ya hacía tiempo que andaba dando tumbos por esas calles esperando la oportunidad de hacerse con algo que le diera sentido a esa vida fría que llevaba. Un café con leche caliente, un cigarrillo, una copa de licor, era lo poco que conseguía llevarse a sus adentros, algo que llenaba insignificantemente su interior pero que daba la sensación de calor que tanto buscaba. Esos contenedores llenos hasta los topes de objetos que la gente tiraba, que desperdicio, y que gracias a ese afán de deshacerse de lo viejo, lo inservible, de esos recuerdos que ya no se quieren, el podía tener más posesiones, trastos amontonados en su vida que llevaba de un sitio para otro para que no se los quedara otra persona igual o peor que el, moviéndolos con el chirriar de las ruedas, encayándose en las juntas de los baldosines de la acera, soltando gritos como si llevara un carro tirado por unos perros caballos a los que insultaba con las palabras que le salían de la zona más oscura de su garganta mientras empujaba, gritaba, maldecía y se mordía el labio para concentrar toda su fuerza en salir de esa cuneta y volver al tráfico estrepitoso que huía de él para no chocar esquivándolo como a un leproso al que no se atrevían a mirar a los ojos. Pobre loco que si lo miras a los ojos te conviertes en el centro de sus maldiciones, descarga toda la ira sobre ti y es la única manera de sentirse vivo equivocadamente porque el ser ruín es el que acaba muriendo solo, en las calles frías, rodeado de toda la mugre que ha ido acumulando durante su mierda de vida y puede que esté tanto en la calle como en su perfecta casa decorada que el impacto va a ser el mismo, todos le huirán e intentarán no tener ni el menor roce con él. Es lo mismo.

viernes

Amor al odio

Sabes que existe el amor y el odio. O por lo menos lo habrás escuchado. Amo esto, odio aquello, aunque nosotros preferimos eso de quiero esto, odio aquello, porque de amo a quiero se va bastante. Amo resulta afeminado, y quiero posesivo. Preferimos quiero. Podemos querer tanto a una persona de distinto sexo o no o también querer una cerveza. Porque la cerveza no apetece, se quiere, pero no se ama. Pero también sabes que hay veces que hay que ponerse sentimental, y decir eso de amo esto, o aquello, o del otro.

Esto no lo sabes. Yo amo más cosas de las que odio. Incluso te diría que no odio nada, sino que amo odiar más cosas de las que amo. Amo odiar la ignorancia porque con ella me siento más inteligente. No creo que sea pecado. No hay pobres sin ricos ni tontos sin listos, y todo lo que hace que tu sepas más que otro es porque ese otro lo ignora. Hasta las tribus más elementales tenían sus sabios, y no sabían ni leer ni escribir. Aún existen esas tribus, aunque ahora son más cultas en general, tribus con las que pasamos muchos momentos y sin las cuales no pasaría desapercibida nuestra tontería.

Amo pocas cosas, pero la que más es mi espacio. No es infinito, solo se prolonga hasta donde me lleven mis pies, o el dedo, o mi propia mente en sueños, o solo cerrando los ojos. Pensándolo así puede que sea infinito.
Lo que si es infinito es el amor a lo que odio. Hay tantas cosas. Pero casi todas son las mismas, o similares. Relacionadas con el ser humano casi todas, con las relaciones sociales, con la gente en general. La prepotencia, la sumisión, la vanidad, la hipocresía, la vulgaridad, el conformismo, los istas y los ismos, los ones y los ados… Tantas cosas de las cuales me veo tentado, en las cuales caigo como cualquier ser humano, como cualquier otro simio que tanto amo odiar.

Cuantas veces he caído en la ignorancia y eso me ha hecho preguntar, aprender y saber. Como amo odiar a esos que preguntan y preguntan para empaparse de tus conocimientos porque no saben o no quieren buscar esas soluciones y prefieren hacer perder tu tiempo porque siempre es mejor la información de primera mano antes que perder su precioso tiempo buscando cosas que no van a entender nunca si no se lo explica alguien y se lo da todo masticado, regurgitado, vomitado, y así pueden ser los sabios de su tribu, de su sociedad reducida de ignorantes que lo veneran. Y es que la vanidad puede con el ser humano. Es tan buena como mala. Es lo que nos hace aseados tanto por fuera como por dentro, y es lo que nos hace odiados. Amo tanto odiar la vanidad que si no existiera ese odio sería todo un vacío.

Esto si que lo sabes, porque odiar quedarte sin algo material es normal, tu también lo has experimentado. Yo amo odiar quedarme sin tabaco, porque eso me hace moverme o plantearme quedarme un rato sin fumar, sin embargo procuro que no suceda eso. Me gustaría amar el odio que pueda provocarme que alguien invada mi espacio, pero de momento amo mi espacio y punto, y si alguien lo invade lo intentaré amar odiándolo a muerte.

Coño, que frío. Esto es una de las cosas que ni amo de una manera ni de otra. Creo que sobra, debería ser extirpado de la humanidad, como los cánceres, las cucarachas, las ratas de alcantarilla o los mosquitos. Eso son las cosas que me repatean los huevos. Las nubes de insectos que no se muy bien que bien común dan a la humanidad. Las ratas infectadas de cientos de enfermedades. Los tumores que pueden destruir un cuerpo bonito o marchito. El frío que te hace tiritar incomprensiblemente y que solo serviría si tuvieras alguien para abrigarte. Y ni aún así. No se muy bien donde ubicar esto. Lo dejaré en cosas que me repatean los huevos. O que me tocan mucho la polla. ¿No me digas que todo eso te gusta?

También tenemos nuestro "gen" del pasotismo. El de me la suda. El de me importa un carajo. Pero ese "gen" también debería ser extirpado. Es el "gen" del conformismo. Queda muy bien eso de me suda la polla, pero realmente a nadie se la suda. A nadie. Nada. Está entre el conformismo y la vulgaridad. También he sido tentado muchas veces por él, y he caído en sus redes. De hecho, esa vulgaridad la exploto varias veces al día, y esa pasividad otras tantas veces. Es un "gen".

Paquetes de tabaco vacíos, mecheros que no funcionan, polvo y suciedad y papelitos enrollados y amontonados a la derecha, y me la suda tanto que los que me tienen hasta la punta la polla se abastezcan de mi que no puedo hacer nada más que amarlos con todo el odio que se merecen. Esto no lo sabías, por eso te lo cuento.

Aniversario

Cómo pasa el tiempo… Hace un año que abrí este blog para poner las cuatro tonterías que se me ocurrían en un sitio que fuera accesible para cualquiera. En un año lo han visitado… decenas o miles, eso es lo de menos, y hay unas pocas personas que me animan a que escriba más. Supongo que les gusta sufrir leyendo, o quizás ni lean y dicen que si lo hacen. Creo que es lo segundo. Pero sea como sea ha pasado ya un año y eso hay que celebrarlo ¿no?

No quería mezclar este con otro, así que como celebración y agradecimiento queda y luego ya pondré otro, que cosas hay para colgar, pero cada vez son más vago.
Gracias a todos los que han visitado este blog y muchísimas gracias a quienes lo siguen.

P.D. Quería personalizar la imagen del blog, pero… puf… que complicado es…