domingo

Tirso de Molina número 3

Viernes pasado me llamó mi jefe de estudios para decirme donde era el sitio donde empezaba las clases al día siguiente. Me llamó demasiado temprano, claro que después de toda una noche jugando al COD2 y al PES6 cualquier hora normal para mi es temprano. Entre sueños solo escuché, Tirso de Molina número 3.

¿Te he despertado? – Me dijo.

No, no, tranquilo. – Estaba como para darle una ostia.

Me dormí de nuevo incluso después de unos leves intentos de levantarme.

Sábado por la mañana, después de una noche que se podría calificar de tontamente mágica, me despertó un pitido estridente y me levanté de un salto.

¡Coño! ¡Las 8:25! – Salí de la habitación cagando fuego.

Calcetines, pantalones, camisa, zapatos, y bajando la escalera. La misma ropa del día anterior, pero que coño, llegaba tarde. Bajando hacia el baño paso irremediablemente por la cocina, enchufo la cafetera y voy directo al popodero.

Mientras me tomo el café repasando lo que me llevaba pienso, ¿Cómo ha sonado el despertador? No lo puse. La noche anterior llegué muy tarde y medio muerto, no lo puse, no ha sonado, ¿y yo lo he oído?

De camino a Valencia con mi coche aún pensaba en eso. Será el reloj interior, concluí.

Mierda, solo me acordaba de Tirso de Molina número 3. Creo que quedaba por Nuevo Centro. Algo así me dijo Víctor. Pues vamos hacia allá y ya preguntaremos.

A las nueve en punto aparco el coche. Salgo precipitado y le pregunto a una señor que estaba justo al lado de donde había aparcado.

Perdone, ¿la calle Tirso de Molina? – Le pregunto.

El señor emitió unos gruñidos y movía las manos como aspavientos. Claro, esto es un sueño… El despertador suena sin ponerlo, llego a hora a Valencia, y este tío es muy raro. No, raro no, sordomudo. Vaya casualidad.

Perdone caballero, buenos días. – Y me voy a toda prisa a buscar a otra persona.

Avisto a los metros a otro señor, y le hago la misma pregunta a la cual contesta de la misma manera que el primero. No puedo disimular una sonrisa de inquietud y el tío me mira medio mosqueado. Me despido de la misma manera que del primero y parto en busca de alguien que me pueda contestar.

Al girar la esquina avisto dos señoras, me acerco a ellas y les hago la pregunta de rigor.

Para mi sorpresa la señora me responde de la misma manera que sus otros dos antecesores.

Sordomuda, ¿no? – Le digo a la señora.

Ella asiente.

Vaya, ¿y su compañera? – Le pregunto temiéndome ya la respuesta.

Ella asiente con una amplia sonrisa.

¿Qué pasa? ¿Tienen una convención? – Les pregunto amablemente y con una sonrisa mientras me encendía un cigarro.

Me contestaron con una carcajada. Es curioso como suena la carcajada de una persona sordomuda. No se describirla, pero me produjo instintivamente una carcajada que me dejó casi sin aire. Entre risas nos despedimos.

Gire la siguiente esquina de la manzana, la calle ya daba al río. A unos 200 metros a la izquierda se encuentra Nuevo Centro. Me inclino por ir hacia la derecha para ver el nombre de la calle y diviso a unos 50 metros a un caballero vestido con un mono azul.

Llego a su lado, me paro, lo observo. Estaba de espaldas a mi.

Perdone caballero, ¿es usted sordomudo? – Cambie de estrategia.

El caballero se quedó boquiabierto. Estuve unos segundos temiendo por si era sordomudo también o por si iba a darme una ostia.

¿Yo? Que coño… Soy de aquí. – Me contestó muy convencido.

Para no encontrarme con su puño aguanté el aire y la carcajada que me venía estrepitosamente. Tosí para ver si así la risotada daba paso a la otra pregunta.

Lo conseguí.

Pues perdone caballero. ¿Tirso de Molina? – Le pregunté, aún a riesgo de que me contestara un, no, no soy yo o algo así.

Es esta chaval. – En tono vacilón.

Gracias, hasta luego. – Y me alejé llorando y riendo. A la esquina estaba ya inmerso en una carcajada que me obligó a tirar el cigarrillo.

Había visto que arriba del taller ponía 21 en grande, y el portal anterior era el 19, así que el 3 quedaba cerca de Nuevo Centro.

Al pasar por la siguiente bocacalle vi un grupo de gente, unos 60, moviendo los brazos hacia todos los lados.

Efectivamente había una convención de sordomudos en esa zona.

Efectivamente todos mis entrevistados eran sordomudos menos el último.

Efectivamente el mecánico era de Valencia.

2 comentarios:

  1. Jajajajaja. Muy bueno tío. Se puede decir que eso es una aventura. Lo pones en una peli y la gente no se lo cree.

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  2. jajaja digamos que es un hehco real con un poco de salsa jajaja

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