(...)
El dibujo del tapiz es uniforme.
Una uniformidad cegadora.
No hay nada aleatorio, todo minuciosamente dispuesto.
Aparto la mirada para no quedarme sin ella.
Desplazándose, todo va en dirección contraria a la mía.
El interior tiende a la normalidad, hacía un mismo destino.
Solo las gotas de lluvia en la ventana escapan fugazmente.
Se unen unas a otras para formar riachuelos zigzagueantes.
El dibujo del tapiz es oblicuamente parecido.
Lo imagino distinto, como la lluvia.
Lo observo ciegamente.
Vata Paranoyazo
ResponderEliminarSi bueno, eso no es nada...
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